Alfonso Jaime Martínez Lazcano
En tiempos de simulación institucional y aceleración digital, la ciencia enfrenta una amenaza estructural que opera bajo apariencias de apertura: la proliferación de revistas depredadoras. Estas publicaciones, disfrazadas de acceso abierto, extorsionan a investigadores con promesas de visibilidad académica a cambio de tarifas abusivas, sin ofrecer revisión por pares ni legitimidad editorial. El fenómeno, identificado desde 2009 por Jeffrey Beall, ha mutado en formas cada vez más sofisticadas, especialmente en contextos donde la presión por publicar supera la capacidad institucional de verificar.
Un reciente estudio publicado en Science Advances, liderado por Daniel Acuña (Universidad de Colorado en Boulder), propone una herramienta de inteligencia artificial (IA) para detectar estas revistas. Entrenada con criterios del Directorio de Revistas de Acceso Abierto (DOAJ), la IA analizó más de 15,000 publicaciones y marcó 1,400 como potencialmente problemáticas. El sistema detecta patrones como errores gramaticales, sobreproducción de artículos, autocitas excesivas y consejos editoriales sin legitimidad académica. Aunque útil como filtro preliminar, Acuña advierte que la decisión final debe recaer en expertos humanos, no en algoritmos.
Este llamado a la vigilancia editorial nos invita a aplicar el mismo criterio a revistas que operan desde una lógica opuesta: la construcción crítica, la pedagogía emancipadora y la legitimidad institucional. Tal es el caso de Primera Instancia, revista semestral fundada en 2013, que ha sostenido más de 24 números consecutivos con acceso abierto real, autoría verificable y coherencia temática en torno al pensamiento jurídico transformador.
Aplicando los mismos criterios de la IA de Acuña, Primera Instancia muestra:
- Transparencia institucional: ISSN registrado, dirección editorial visible, reserva de derechos y domicilio físico.
- Rigor editorial: Ausencia de errores gramaticales, estructura clara, lenguaje técnico preciso.
- Autoría legítima: Juristas críticos con trayectoria verificable, sin sobreafiliaciones ni autocitas abusivas.
- Volumen razonable: Publicación semestral sin saturación de artículos.
- Coherencia doctrinal: Enfoque en derechos humanos, justicia agraria, epistemología jurídica y crítica al formalismo.
No se trata solo de cumplir con estándares formales, sino de construir una arquitectura editorial que responda a una vocación institucional, continental y emancipadora. Primera Instancia no simula legitimidad: la produce, la sostiene y la institucionaliza.
En este contexto, la IA no debe ser vista como amenaza ni como juez absoluto, sino como herramienta epistemológica bajo control humano. Su función no es reemplazar el criterio editorial, sino fortalecerlo. Lo que está en juego no es solo la reputación de una revista, sino la legitimidad de la ciencia como proyecto colectivo.
Desde septiembre de 2025, Primera Instancia abre la posibilidad de recibir donativos voluntarios, como gesto de apoyo a su modelo editorial ético, gratuito y emancipador. Esta contribución no financia simulación: fortalece una comunidad crítica que defiende el acceso abierto, la autoría legítima y la pedagogía transformadora.
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Porque en ciencia —como bien señala Acuña— no se parte de cero. Se construye sobre cimientos. Y si esos cimientos se erosionan por simulación editorial, toda la torre del conocimiento corre el riesgo de derrumbarse.
Notas
La Jornada. “Cientos de revistas científicas son cuestionadas por IA, revela estudio.” Ciencia, 3 septiembre 2025. Disponible en: https://www.jornada.com.mx/noticia/2025/09/03/ciencias/cientos-de-revistas-cientificas-son-cuestionadas-por-ia-revela-estudio. [Consulta: 3 septiembre 2025].