Alfonso Jaime Martínez Lazcano
La semilla de la duda había sido sembrada en la mente de Merly. La investigación sobre el pasado del profesor había revelado una faceta de él que chocaba con la imagen del erudito imparcial que proyectaba en clase. Ahora, cada una de sus palabras era analizada con un escepticismo que antes le hubiera parecido injusto.
Un caso judicial de discriminación racial llegó a los tribunales, poniendo a prueba los principios de igualdad y no discriminación. El juez asignado, un antiguo alumno del profesor, se encontraba ante un dilema: aplicar la ley de manera literal, tal como lo había aprendido de su maestro, o interpretar la norma a la luz de los tratados internacionales y los derechos fundamentales.
Merly decidió seguir de cerca el caso. Asistió a todas las audiencias, tomando notas y analizando cada argumento. El fiscal, un hombre de la vieja escuela, defendía la aplicación estricta de la ley, mientras que el abogado defensor, un joven idealista, invocaba los principios de la justicia universal.
Durante una pausa en el juicio, Merly se encontró con Manuel Orozco, un joven abogado que había sido su compañero de clase.
- Merly: «Manuel, ¿has visto la forma en que el fiscal está interpretando la ley? Es como si quisiera volver a la Edad Media.»
- Manuel: «Sí, es preocupante. Pero el juez parece estar escuchando a ambas partes con atención. Espero que tome una decisión justa.»
Mientras tanto, en la universidad, se organizó un debate sobre la sentencia de un caso similar en otro país. Herrera, el profesor más veterano de la facultad, defendía la idea de que los jueces debían limitarse a aplicar la ley, sin intentar reinterpretarla.
- Herrera: «La ley es la ley. Los jueces no son legisladores. Cualquier intento de interpretar la norma de manera flexible es una puerta abierta al caos.»
- Wisman: «Profesor Herrera, el derecho es un instrumento dinámico, no una camisa de fuerza. La sociedad evoluciona y el derecho debe evolucionar con ella.»
La discusión se tornó cada vez más acalorada, con los estudiantes divididos en dos bandos. Merly y Manuel defendían la necesidad de una interpretación flexible de la ley, mientras que otros estudiantes, más conservadores, apoyaban la postura de Herrera.
Finalmente, llegó el día de la sentencia. El juez, visiblemente nervioso, leyó su fallo. Sorprendentemente, interpretó la norma de manera conforme a los tratados internacionales y los derechos fundamentales, condenando al acusado.
La sentencia causó un gran revuelo en la comunidad jurídica. Los defensores de la visión tradicional del derecho criticaron al juez por haber actuado de manera «activista», mientras que los defensores de los derechos humanos celebraron la decisión como un triunfo de la justicia.
Merly y Manuel se reunieron para celebrar.
- Manuel: «Esta sentencia es un paso importante. Demuestra que es posible hacer justicia, incluso cuando la ley parece estar en nuestra contra.»
- Merly: «Sí, pero la lucha aún no ha terminado. Tenemos que seguir trabajando para que los derechos humanos sean una realidad para todos.»
La sombra de la duda seguía pesando sobre el profesor. ¿Cómo reaccionaría ante esta sentencia? ¿Seguiría defendiendo sus ideas conservadoras o estaría dispuesto a reconsiderar su posición?
[Continuará…]
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